Hay noches mágicas, de esas en las que no sabes si vives o sueñas. Lucía de las Casas consigue transportarte a otros universos, a otras dimensiones. Cada poema recitado es una pequeña historia cargada de emociones, de luces, de sombras, de risas, lloros, perdones y venganzas, que se hacen realidad a través del habla. Cada palabra tiene una energía, un color, cada verso un sentimiento, cada estrofa una sentencia y en su final toda una vida que Lucía te ha desgranado con su voz, que son pinceladas maestras de tonalidades infinitas y sabias.
Lucía sabe muy bien lo que hace, y cómo hacerlo. No crean que es fácil, recitar verso como se debe es algo realmente muy difícil, al alcance de unos pocos. No solo hay que tener buena memoria, hay que saber dar el tono adecuado a cada poema, a cada verso, a cada palabra, tener musicalidad, saber actuar y estar en el escenario, y todo ello para que no se note en realidad que estás recitando poesía. Por si fuera poco se hizo acompañar de la delicada y sensible guitarra de Raúl Castro, todo un acierto, quien fue adornando los versos de Lucía y llenando espacios sonoros que hicieron fluir aún más la palabra y los sentimientos.
En homenaje a Rafael de León, en el 35 aniversario de su ausencia, Lucía y Raúl nos hicieron disfrutar del arte de la poesía y la música, esa unión ya cultivada por los griegos hace más de dos mil años, con poemas del mismo Rafael de León, Federico García Lorca y Manuel Benítez Carrasco. Entre el público, importantes personas de la escena teatral y literaria de Murcia, aplaudieron con generosidad la puesta en escena de Olas del recuerdo, que tuvo como director artístico a Fernando Corta y una cuidada y acertada puesta en escena.
Guillermo Castro