domingo, 17 de diciembre de 2017

El pellizco de Ingueta Rubio


Así, como si te cogieran un trozo de carne con los dedos, es como se siente el cante de Antonio Carmona Carmona Ingueta Rubio. El cantaor madrileño, de señera saga de artistas, mantiene la tradición de importantes cantaores guitarristas, como lo fueran Paquirri el Guanté, Juan Breva, El Piyayo, o el mismo Camarón de la Isla. Faceta ésta, doble y complicada, la de acompañarse con solvencia y cantar igualmente con dominio y flamencura. Ingueta lo consigue, aunque como guitarrista solo pudimos disfrutarlo en dos cantes y el fin de fiesta, debido a una dolencia en la mano que lo tenía fuera de juego. A la sonanta se hizo acompañar del también madrileño Miguel Linares, quien se subió al barco a última hora y justamente le dio los tonos al cantaor. 
Antonio comenzó por granaínas, acompañándose él mismo. Bien templado y valiente dejó claro desde el principio a qué había venido a Murcia. Con la guitarra de Miguel Linares se acercó a los aires de levante con taranto y taranta, donde su voz maestra partió los tonos como es debido, con dominio de los altos y bajos y gran expresividad. Por seguiriyas se mueve cómodo, estirando los tercios y meciendo el cante con maestría, cerrando con una impactante Cabal. Los Tientos nos trajeron los cantes a compás; con diferentes estilos y sobrao de compás, Antonio Ingueta fue desgranando letras, cerrando con una tanda de tangos. Las alegrías nos trajeron los aires salineros de la bahía de Cádiz, con estilos clásicos y algún tinte moderno en su entrada. Las bulerías nos acercaban al final del recital, que tuvo como colofón unos fandangos de su abuelo: El Rubio y otro de Antonio de la Calzá, con sus propios dedos de nuevo en la guitarra. Los largos aplausos arrancaron un bis con un fin de fiesta por bulerías en el que escuchamos melodías de su autoría, y donde se sumaron Piraña y Óscar Zoilo a las palmas.   
Una lástima la poca asistencia de público, en una noche donde las cenas de empresa y la navidad, ya próxima, restó afluencia de flamencos a La Madriguera. Los que estuvimos lo pasamos en grande. Casi en privado despedimos el año con el arte de Ingueta Rubio, quien esperamos se vaya conociendo más, porque lo merece, es un gran cantaor y guitarrista, aparte de buen compositor.