“Un recital de corte clásico” afirmaba el cantaor y tocaor manchego. En efecto, Ricardo Fernández del Moral nos ofreció a los socios y asistentes en general de la peña flamenca de Murcia (Murcia Flamenca) un excelente repertorio de cantes básicos y otros en desuso, mostrando un dominio enciclopédico del arte flamenco, y no solo de la expresión oral, también de la guitarra.
Esa imagen de cantaor que se acompaña a sí mismo al toque es realmente impactante. Quien se dedica a alguna de los oficios descritos sabrá de la gran dificultad que entraña uno solo; más aún si se conjugan los dos. Fernández del Moral lo hace con solvencia y arte, tanto que sorprende y emociona a partes iguales. Ya despertó admiración cuando arrasó literalmente en la final de la 52 edición del festival del Cante de las Minas, para sorpresa de propios y extraños, y la sigue demostrando acercándose a las peñas de todos los rincones de España.
Comenzó su actuación con la toná, cruda y directa. Siguió con Granaína, soleares, mirabrás, milonga, seguiriya, tangos y bulerías.
Todos ellos fueron explicados didácticamente por el cantaor para así formar a aquellos asistentes menos aficionados y de paso recordar a los demás sus influencias: el mirabrás nos recordó a Pepe Menese, la milonga a Rafael Farina, y en la soleá se acordó de Lebrija y Jerez, entre otros lugares. Destacó la letra de los tangos llamados de “Cervantes”, en homenaje a su tierra y a la obra maestra de Miguel de Cervantes. En las bulerías destacamos el gran repertorio de falsetas tanto propias como de maestros de Jerez, en especial las de Moraíto. Sobre todos ellos, sobrevoló el nombre de Antonio Chacón, ya que la voz atenorada del manchego recuerda la del genio jerezano.
La entrega del cantaor de Daimiel fue encomiable, el recital brillante y emotivo, y su empatía fuera de duda. La suma de estos elementos provocó que asistiera público de Lo Ferro, La Unión o Alicante, por poner unos ejemplos.
Lo esperamos pronto para repetir con otro espectáculo en Murcia.
Pedro Fernández Riquelme.