El pasado sábado asistimos en el Auditorio de la Alberca con un lleno completo al recientemente estrenado espectáculo ¡Viva el Café Cantante! Una noche al de Silverio y otra al Burrero. Desde Sevilla, Producciones con Duende, con la dirección artística de José Luis Navarro y la narración a cargo de Eulalia Pablo Lozano, nos hicieron viajar a los tiempos de la edad de oro del flamenco, cuando brillaban artistas como Silverio Franconetti, Antonio Chacón, La Malena, La Macarrona, el maestro Patiño…, cantaores, bailaoras y guitarristas que configuraron el género artístico que hoy conocemos como Flamenco. Eulalia fue introduciéndonos mediante unos breves apuntes literarios en la época en cuestión: los cafés de cante de finales del siglo XIX, viajando de forma imaginaria a lo que sería un espectáculo flamenco de entonces, en los que el número de mujeres triplicaba o cuadruplicaba al de los hombres, y en los que el baile tenía su principal atractivo. Sobre todo el de mujer.
Abrió el café cantante sus puertas con unas alegrías bailadas por el cuadro principal al completo: Ana Moya, Javiera “La Moreno”, Malena Alba y Conchi Murcia, quienes desgranaron una bonita coreografía digna del mejor cuadro que podría tener un café como el del Burrero sevillano de finales del siglo XIX. Cada una de ellas tuvo su momento de lucimiento en bailes a solo, con Tientos-Tangos en los que “La Moreno” desplegó su arte de buenos quilates; Guajiras, bailadas con mucha picardía y salero por Malena, Taranto muy sentido por Conchi Murcia y Ana Moya en unas elegantes y magníficas soleares rematadas por jaleos. Cerró el cuadro al completo con un final por bulerías en las que todos se dieron una pataíta, incluidas las bailaoras que Estefanía Brao se había traído del conservatorio de Murcia para completar la escena de época.
Al cante estuvo Edu Hidalgo, quien se entregó en todos los palos, luchando y dominando en las seguiriyas y la Cabal de Silverio. En la guitarra Liam Howarth puso el toque internacional, con un bonito solo por malagueñas en las que podíamos escuchar al jerezano Chacón en sus arabescos.
Buena propuesta escénica, muy didáctica, bien dirigida e interpretada por jóvenes con talento que necesitan abrirse paso en los escenarios de nuestro país. Mejorará con el tiempo, a medida que vaya rodando y con algunos retoques de escenografía y ambientación. Habrían brillado más con un mejor sonido de la sala, nos consta.
Guillermo Castro
(Fotos: Gabriel Maldonado)