domingo, 1 de marzo de 2015

Ritos y Geografía para Federico García Lorca por Rocío Márquez

El sábado 28 de febrero el Teatro Real de Madrid se llenó de flamenco, en una noche en que la celebración del Día de Andalucía tuvo con la figura de Federico García Lorca su particular homenaje en un teatro a rebosar. Rocío Márquez presenta un nuevo proyecto artístico que deja su anterior “El Niño” literalmente en pañales. Si algunos pensaban que su reciente disco (El Niño. Andando por los campos marcheneros, Universal 2014) supondría una anécdota en su carrera o un intento arrogante por haber querido acercarse al genio de Pepe Marchena desde dos frentes: la tradición y la renovación, se equivocan. Rocío va a más, y mucho nos tememos y, por ello nos alegramos, que seguirá esta senda. Poco tiempo ha pasado de su estreno en la Bienal de Sevilla (14 de septiembre), apenas 5 meses, y ya tiene listo su visión de Lorca, que supera el anterior.

Tradición y renovación esa es la clave del éxito flamenco. Rocío se ha rodeado de grandes músicos y artistas, algo imprescindible para que un proyecto ambicioso como este llegue a buen término. No se ha limitado a reinterpretar algunos de los clásicos cantados por La Argentinita con el piano de Federico; ni tampoco a presentar una lista de cantes flamencos al uso para el aficionado al cante. Lo ha integrado todo y lo ha mostrado al público en el mejor escenario posible El Real.


Abrió el espectáculo la guitarra del maestro Pepe Habichuela por milongas, donde los versos del primer libro poemario de Lorca fue acariciando nuestros oídos y relajando la tensión del auditorio, pasando a “En el Café de Chinitas”, donde el toque libre del maestro de Granada acompañó las melodías clásicas de la Argentinita, convirtiéndose poco a poco en cantes acompasados de malagueñas de Juan Breva y fandangos del Hierbabuena que levantaron las primeas ovaciones. Por cantiñas aborda la “Reyerta” del Romancero Gitano, cerrando esta sección del espectáculo en el primer espacio del escenario del Real, con las palmas de Los Mellis (Manuel y Antonio Montes Saavedra).

El zapateo de Leonor Leal por tanguillos hizo de interludio en el que será el tercer espacio del escenario, donde se encontraba el tablao y la guitarra de Miguel Ángel Cortés, sublime.


Cambiamos de espacio a la parte central, donde el piano de Daniel B. Marente, la percusión de Antonio Moreno y el saxofón de Juan M. Jiménez componen la instrumentación de la siguiente parte del espectáculo. Allí disfrutamos de tres números de las Canciones populares antiguas en forma de suite, la parte más interesante para nosotros; también la más arriesgada, donde formas menos convencionales dentro de la música flamenca hacen su aparición y se integran en un Lorca reinventado. “Nana de Sevilla” con incursiones en el cante de la petenera y acompañamiento percusivo en la marimba a modo de “palillos armónicos”; genial. “Anda, jaleo” con recuerdos al piano de El Jaleo de Jerez, Caballo del Contrabandista de Manuel García y el popular Vito, en una concepción artística “morentiana” en su espíritu expresivo y “marchenera” en el trabajo vocal de Rocío. Brillante. “Sones de Asturias” nos traerán cantos populares astures, mezclados con levantica flamenca y el genio de Albéniz en su famosa Asturias (Leyenda).

De nuevo el baile de Leonor Leal, en una composición por Alegrías del guitarrista Miguel Ángel Cortés, nos hará de interludio para la parte final del espectáculo, en la que se sumarán las palmas de los Mellis, la percusión flamenca de Agustín Diassera y el cante de Arcángel.


“Las morillas de Jaén” abren por soleá el último tramo, con remates apolaos, y bellas adaptaciones poéticas al cante flamenco tradicional. Por tangos, “Los pelegrinitos” sirven de excusa para la aparición del cantaor Arcángel, que ya enlaza con “Los cuatro muleros” adaptados por fandangos libres y luego por Huelva, con un impresionante y bello final polifónico a tres: Rocío, Arcángel y los Mellis. Cerró el espectáculo la “Canción muerta” adaptada a una de las habituales seguiriyas del repertorio de Rocío, con gran ovación y cierre de telón.



Este Lorca de Rocío supera anteriores trabajos suyos por su concepción artística, producción, madurez musical y resultado final. Pedro G. Romero aparece dentro del “aparato” del Proyecto Lorca como desapercibido; nada más lejos de la realidad, nos tememos. Es de alabar la calidad de sonido de los técnicos del Real, algo no muy frecuente en el flamenco y a lo que soy extremadamente sensible, tanto que puede hacer que me chirríen los oídos y que pierda el interés por la escucha. Deberían de tomar nota en otros escenarios. Los instrumentos tienen que sonar como son, y para eso un técnico tiene que conocer su sonido, y comprender que una guitarra es una guitarra y una voz una voz, lo demás es artificio.

A los artistas hay que dejarlos libres, que vuelen, para que su imaginación ponga en forma de arte las inquietudes que se mueven en su interior. Rocío Márquez no tiene miedo, y eso es bueno para el flamenco, pues solo así seguirán naciendo nuevos manantiales que alimenten el río del arte flamenco, siempre en devenir. Yo me subo al barco y que me lleve.

Guillermo Castro





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