domingo, 7 de abril de 2019

Siempre Jerez

Murcia Flamenca hace todos los años un gran esfuerzo organizando un recital con artistas de importante calado dentro del panorama flamenco. Jerez es siempre una baza segura en estas lides, por la cantidad de cantaores que atesora y sobre todo por la calidad de estos. Ezequiel Benítez (1979), del barrio de Santiago, es un buen ejemplo. Este joven cantaor poco conocido en tierras murcianas es fiel representante de la escuela jerezana de cante, donde destacan tercios más recortados y una rítmica y compás muy especial. Ezequiel se hizo acompañar de la guitarra de guitarrista de Chiclana Joselito de Pura, un complemento perfecto para su cante, por su toque de sabor añejo y buen compás.
 
Comenzó el recital por tientos, marca de la casa, Jerez en estado puro, seguidos de alegrías y soleares en un aire cercano a la bulería, con las que comenzamos a calentar nuestra ansia de buen flamenco. Joselito le hizo unas falsetas que llevaron el cante de Ezequiel a tercios cada vez más valientes. Se acordó de Vallejo con María Magdalena, por bulerías, canción que presentó haciendo hincapié en la necesidad de que la juventud actual escuche música flamenca poco conocida, lo que le ha llevado a poner en marcha su proyecto “Quimeras del tiempo”, disco en el que recupera cantes poco cultivados actualmente. Siguió con Fandangos personales en diferentes estilos, que dieron paso al Jerez más señero, arrancando uno de los aplausos más largos de la noche, síntoma de que el público estaba muy a gusto. No era para menos. 
En las seguiriyas se dejó el alma, desgarrando tercios muy sentidos y dolientes, con un cierre de cambio de gran dificultad que resolvió muy bien y donde brillo especialmente la guitarra de Joselito. Cerró el recital con una larga tanda por bulerías, donde tuvieron cabida los fandangos. Se puso en pie en este palo, donde también se dio su pataíta, arrancando las risas del personal, sobre todo con algunas letras  de contenido muy jocoso. 
Se nos hizo muy corto, lo normal en estos recitales donde uno disfruta como un niño, escuchando una voz muy bien templada y afinada y una guitarra de las que hay pocas con ese color tan especial. Un auténtico placer para los sentidos.

Guillermo Castro

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