Flamenquia es un trío de flamenco fusión liderado por Antonio Tornel que tiene al piano como protagonista central y conductor de una sorprendente creatividad. Unen los sonidos hondos del flamenco tradicional con otras músicas, heredando sonidos de grandes pianistas flamencos como Dorantes o Pablo Rubén Maldonado, los cuales han sido maestros del compositor de los temas. La incorporación al proyecto de dos músicos reconocidos en el terreno del flamenco, Ginés Martínez a la flauta travesera y Pepe Abellán a la percusión, culmina un proceso de cambio estético y estilístico al que llaman Por Tierras del Sur, espectáculo concebido como un viaje sonoro, que recoge todas aquellas influencias, sonidos, melodías, armonías que a lo largo de los siglos hemos heredado de las diferentes culturas que han ido pasando por la península. Estuvieron el pasado sábado en Murcia Flamenca y nos brindaron un recital que gustó mucho y que pasamos a reseñar.
El espectáculo se estructuró en tres bloques diferenciados por dos interludios. Comenzó el primer bloque con un preludio por malagueñas teniendo a la flauta como protagonista y al piano acompañando. Tras ellas, se enlazó con El filo de la noche, una bulería en la que destaca su cambio a soleá por bulerías en la parte central del tema. Siguieron con Aroma de azahar, un fandango que comenzó marcando el percusionista el compás con los nudillos, simulando el toque en una mesa. Esta pieza destaca por una melodía clara y pegadiza, además del fandango final interpretado por Ginés Martínez. Tras el fandango, llegó el turno de Gaditana al viento, una pieza libre en donde se mezclan diferentes estilos para crear un ambiente mediterráneo, sin perder nunca de vista el aroma y los aires sureños.
Tras un primer interludio en donde el percusionista Pepe Abellán realizó una parte solista, llegó el turno de El puente de Triana, una pieza descriptiva sobre la ciudad hispalense, en donde se pudieron identificar alegrías, rumbas, tangos y partes libres. Tras este tema, los dos siguientes estuvieron dedicados a la ciudad de Granada. Es la parte del repertorio más arabesca, en donde, tras una pieza llamada Recuerdo flamenco en aire de tangos, pasaron a vislumbrar la siempre bella y maravillosa Alhambra, a través de una pieza altamente descriptiva, que comienza con unos arpegios en los agudos del piano, simulando las fuentes de los distintos jardines del conjunto monumental. La percusión también ayudó a esta evocación creando efectos muy sugerentes y llamativos.
Llegó la parte más emotiva del concierto. El segundo interludio estuvo dedicado a la seguiriya, una magistral pieza tocada en flauta y percusión, compuesta y dedicada al trío por el compositor murciano Salvador Martínez. Siguiendo con la atmosfera de emoción creada, llegó el momento del estreno en exclusiva de una nueva pieza, una taranta para piano que dedicaron a todos los que ya no están con nosotros, pero que viven en nuestros corazones. Tras la taranta se acercaba el final del viaje. Se interpretó Duende, un tema que fusiona muchos estilos, comenzando por fandangos, pero recorriendo estilos como el funk, el jazz y la música clásica. En este tema se percibe la fuerte influencia que el célebre pianista flamenco Dorantes ejerce en la composición de los temas, destacado en los patrones de acompañamiento del piano y de algunas frases melódicas del tema. Tras Duende, el trío quiso tener un detalle con el público, obsequiando a este con una versión libre del tema Semblanzas de un río, del mismo Dorantes.
Tras un agradecimiento a La Madriguera, a Murcia flamenca y al técnico de sonido Alex Jiménez por su gran labor, se despidieron con Barrio de la judería, un tema que comienza con una parte libre de piano y que va desgranándose poco a poco hasta convertirse en unos tanguillos. Tras pasar por varios estilos más, el tema vuelva a tanguillos y concluye con un brillante final que puso en pie al público.