domingo, 14 de enero de 2018

En familia


Beatriz Arce es maestra, bailarina y coreógrafa. Su dilatada y exitosa trayectoria como maestra de baile en nuestra región ha creado un importante legado de seguidores, los cuales se acercaron el pasado viernes a disfrutar de su baile en La Madriguera, donde bailaba para Murcia Flamenca tras un largo periodo de inactividad profesional en los escenarios debido a su maternidad. Beatriz preparó un bonito y generoso espectáculo en una sala completamente llena, con bailes poco usuales en los tablaos, acostumbrados a creaciones por soleá, alegrías o tangos, que fueron intercalados con solos de guitarra y cante flamenco.
Una bonita guajira abrió el espectáculo. La bailaora coquetea y juega con el abanico en un discurso en el que el espectador se ve embaucado por la sensualidad de los movimientos, quien responde con una sonrisa cómplice al ver los giros, idas y venidas, braceos y movimientos de caderas de la elaborada y bella coreografía que la artista nos había regalado. Gran y sentido aplauso de su público entregado. Colombianas en la guitarra de Óscar Gallardo dieron el contrapunto del baile, toque aún no escuchado en nuestra peña, que suena a las mil maravillas en los dedos de Óscar, siempre dulces y virtuosos, quien se hizo acompañar de la siempre atinada percusión de Miguel Ángel Orengo. Un cuento para mi niño, de Lole y Manuel, cerró la primera parte del recital en la voz de Irene Carrión con el acompañamiento de Óscar en la guitarra. 
La Petenera, un baile muy poco cultivado, nunca visto en nuestro tablao, mostró la maestría y el dominio de Beatriz en el mantón, la bata de cola y los palillos. La dramática historia de la vida de la petenera, protagonista en las letras con las que se canta, es la base de este baile, triste y trágico que se hizo cuerpo en la coreografía de la bailaora. Bulerías a la guitarra nos trajeron un nuevo toque virtuoso en la sonanta de Óscar Gallardo, quien domina a la perfección los secretos del compás y sus contratiempos, el alzapúa los rasgueos y las escalas. Terminó la segunda sección con un cante por mirabrás, en la voz de Irene, con la guitarra de Óscar y el cajón flamenco de Orengo.
Cerraba el espectáculo un baile por fandangos, igualmente poco frecuente en los escenarios, donde Beatriz desgranó amplios zapateados y elaborada coreografía, arrancando una larga ovación del respetable, obligándola a un fin de fiesta que fue por tangos, y que supo a poco a muchos de los allí asistentes, amigos, familia, discípulos y flamencos de la peña.

Guillermo Castro