sábado, 20 de julio de 2019

Fuera, mañana un poquito más

La 25ª edición del Festival La Mar de Músicas no ha comenzado con buen pie. La noche del viernes 19 de julio dos artistas fueron literalmente “desenchufados” de la etapa de amplificación de sonido que se emite hacia el público sin haber terminado su actuación. Una completa falta de respecto al trabajo de los artistas y al público que paga por un espectáculo al que asiste.

La veterana Elza Soares (Brasil) fue la primera en sufrir esta circunstancia que nos tememos puede estar relacionada, en su caso, con la falta de puntualidad del comienzo de su show: 23.40 horas de comienzo frente a las 23.00 anunciada. No sabemos las causas del retraso, pero es evidente que si tras ella actúa otra artista, Mon Laferte (Chile), todo se va retrasando, teniendo en cuenta que la última artista, Mayra Andrade (Portugal-Cabo Verde) venía anunciada a las 2.00, y por esta causa, comenzó tarde (20 min.) Esto no tendría mayor importancia, nos referimos al retraso, puesto que es el público quien lo sufre y está malacostumbrado a la falta de puntualidad de este tipo de eventos, muy típico en general en España, aunque vamos mejorando, muy despacito. Aunque no es este el tema principal, sobre el que entraremos luego. 

Los otros dos conciertos anunciados a las 20.00 horas, Pongo (Portugal-Angola), y a las 21.30 horas, Marlon Williams (Nueva Zelanda) sí comenzaron puntuales. Por cierto que el volumen sonoro de este último superaba los 105 decibelios, ¿acaso creen los técnicos de sonido que estamos sordos? Tuve que hacer uso de tapones para los oídos, que los llevo siempre, porque ya voy aprendiendo. Hablas con los técnicos y te miran con cara extraña. Pasa siempre. Debo ser de otro planeta.

La primera desconexión sonora, que ocurrió tras apenas 50 minutos de la actuación de Elza Soares, pensé que fue un problema técnico…, después un juego o algo intencionado de los artistas. Luego entendí que no. Lo que ocurrió es que desapareció el sonido general, quedándose sólo los monitores del escenario, mientras los músicos seguían cantando y bailando. Pocos segundos después volvió el sonido, y los aplausos del público entregado, y al terminar la canción ya no volvió a sonar nada más. Uno de los cantantes intentaba hacerse oír a través de su micro, sin éxito, claro, mientras ya sonaba por fuera la música de la sintonía del Festival. A duras penas lograron despedirse de su público, mientras los técnicos desmontaban a toda mecha el escenario y montaban uno nuevo para Mon Laferte. En total 45 minutos de puzle instrumental y cables. Mientras, miradas raras entre el respetable, y comentarios:

¡qué raro!, solo han estado 50 minutos, no se puede dar un concierto tan corto.
Como el siguiente sea igual vamos listos…


Elza Soares y su grupo 

Mon Laferte tuvo suerte, quizás su grupo estuvo más ajustado a los tiempos estipulados. Pero Mayra Andrade, quien comenzó presta, nada más terminar los chilenos (2.20 horas) fue igualmente barrida del espacio sonoro sin previo aviso. Ahí lo vimos claro, ya que además estábamos cerca de la etapa de sonido, que fue literalmente desenchufada por una persona del servicio técnico. Primero el canal izquierdo, luego el derecho. Los artistas seguían tocando con el sonido de sus monitores, sin darse apenas cuenta de lo que había ocurrido y el público comenzó a silbar… y se lió.

Mayra se acercó al público y explicó que la organización impedía tocar a los artistas que se pasaban de su tiempo. No sabemos si el tiempo referido era el del espectáculo del propio artista, o el tiempo estaba basado en la hora de comienzo, independientemente de si empieza tarde. Supusimos que habría una hora de fin de noche estipulada y se había sobrepasado, eran las 3.30. Tras un buen rato de silbidos y sonora protesta del público, les dejaron salir de nuevo y tocar un último tema de despedida. 

Tras ello, los guardias de seguridad, muy amablemente, eso sí, nos dijeron


Fuera, mañana un poquito más

Pues eso, a la calle.


Mayra Andrade y su grupo tras su actuación


A Elza Soares y su grupo la echaron del escenario, como a Mayra Andrade. No lo supimos antes, pero luego sí. Ojalá nos equivoquemos. Seguramente se hizo para evitar mayor retraso, pero es un acto inaceptable. Una completa falta de respeto y desconsideración completa. También hacia nosotros. Hay que tener en cuenta que a Cartagena se desplaza mucha gente desde muy lejos, gente que hace hasta 12 horas de coche para disfrutar de sus artistas preferidos. 

Un Festival como La Mar de Músicas, el cual atesora 25 ediciones, no puede permitirse estas licencias y ningunear a sus artistas y a su público, quien paga una entrada y además está sustentado por dinero municipal, que sale de los impuestos que pagan sus ciudadanos.

Y se preguntarán ustedes qué tiene que ver el flamenco con todo esto. Pues lo tiene, porque todos los años se programan artistas flamencos en cada edición. Y todos los años vamos a verlos. Tienen que pasar aún El Niño de Elche y la familia Morente. Estos últimos actuarán en el mismo escenario Parque Torres y Castillo Árabe, cerrando Estrella Morente, en el Castillo Árabe. ¿Les harán lo mismo? ¿Les dejarán un tercio de cante flamenco colgado? ¿Se imaginan?

Por favor, el de la sonanta, tócame todo por bulerías, ligerito, que llegamos tarde…

Alguien comentó que la alcaldesa llamó por teléfono y ordenó el corte de sonido. A saber…

No se puede permitir que un Festival Internacional de este calibre dé esta imagen bochornosa. Es necesaria una explicación pública por parte de la Organización del Festival y los gestores culturales del Ayuntamiento.
Guillermo Castro