sábado, 15 de diciembre de 2018

Manuel Luna reinventa la tradición oral



Bien es sabido por los estudiosos del folclore que gran parte del flamenco ha bebido de las fuentes de la música de tradición oral. El musicólogo y folclorista Manuel García Matos ya lo constató en sus estudios, aún desconocidos por muchos, mostrando las fuentes musicales que vinculaban lo popular y lo flamenco. Desde nanas que recuerdan a soleares, hasta cantos de labor que son tonás, y jotas que tornan en alegrías al toque de guitarra por alegre. Por no hablar del amplio árbol de los fandangos y malagueñas.


Otro Manuel, Manuel Luna, también gran experto en el campo del folclore, la antropología, y la vez músico, se encargó el pasado viernes de dar buena muestra de su inquietud por mostrar las cercanías entre estas músicas que se dan la mano con frecuencia. Con un repertorio cuajado de seguidillas parrandas, seguidillas peretas que mezcló con seguiriyas, pardicas y seguidillas castellanas dejó clara la amplitud de este género de canto, música y baile, muy extendido por toda la península. Dentro del género de las tonadas, tuvo tiempo para los cantos de trabajo, en forma de cantos de siega y tonadas norteñas, que son base de tonás y martinetes flamencos cuando se estilizan y aflamencan. La amplia familia de los romances  es otro de los más importantes caudales de músicas que van y vienen de norte a sur, por caminos pastoriles como la ruta de la plata, por donde muchas músicas romancísticas circularon siglos atrás. Hubo tiempo para la jota, el género de música popular más extendido en nuestro país que, en forma de alegría-jota, mostró dos caras de una misma moneda, en la que hubo sitio  incluso para un rap.  Terminaron con un clásico ya de Manuel Luna Desde Totana al Puerto Lumbreras.  Se pidió un bis y fue concedido con la canción La Morita cautiva y otro tema extra.
Hubo mucho aplauso, no fue para menos, ya que fue un concierto entrañable el de Manuel Luna junto a la siempre acertada guitarra de José Antonio Aarnoutse y el buen contrabajo de Pablo Orenes. La noche acabó tarde, ya que nos quedamos unos cuantos, guitarra en mano, continuando la fiesta. Se bailó, se tocó, se cantó y se bebió mucho vino.

Guillermo Castro