José
Antonio Sánchez Aarnoutse, guitarra y Enrique González, percusión, nos
hicieron disfrutar la noche del sábado de un bonito concierto donde el flamenco
fue el eje principal sobre el cual giraron los temas que forman parte su
repertorio, aunque sin ser exclusivamente todo flamenco. Ambos músicos de
sólida formación académica dominan sus instrumentos a la perfección, algo que
se nota en su limpieza de sonido, ejecución musical y tipo de repertorio
interpretado, en el cual abundan piezas de un virtuosismo no al alcance de
muchos. Durante el concierto se entremezclaron composiciones propias con
algunas piezas del repertorio de guitarra clásica interpretadas sobre palos
flamencos, y alguna adaptación de temas de guitarristas importantes en la historia
del flamenco.
Abrió el concierto José Antonio con Luna de Barranda, una taranta de
composición personal, muy bella y de una gran profundidad. La adaptación de La comparsa de Ernesto Lecuona ya contó
con la percusión de Enrique, tema que nos incitó al baile por su rítmica. Al niño Miguel, unos fandangos de Huelva
del maestro Riqueni y una adaptación por bulerías de una composición de Angel
Barrios fueron dos temas para guitarra de alto calibre que brillaron en las
manos de José. Llegó el turno de Brazos y
Bulería de África, dos temas de la
antigua etapa de José en la “Banda del Pepo”. La música de Vicente Amigo hizo
aparición con Vivencias imaginadas,
un fantástico zapateado de compleja ejecución que José Antonio solventó con
aparente facilidad, con un toque limpio y suave; envidiable. La música del
baterista Jack de Johnette se materializó en un bello tema, sugerente, de
sonoridades abiertas y etéreas. Una nueva composición de José Antonio Aarnoutse
completó el repertorio personal y se cerró con españoletas y canarios,
piezas de guitarra barroca de Gaspar Sanz que nos trajeron los ecos de la
música que fue, en parte, la base de la guitarra flamenca que estaría por
surgir en tiempos futuros. La percusión no se limitó únicamente al sonido
clásico del flamenco con el cajón; pudimos disfrutar de un colorido más amplio,
debido a la utilización de instrumentos poco frecuentes como la Tabla India, la
darbuka, el djembé o el Riq. Un placer para nuestros oídos.
Guillermo Castro
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