domingo, 22 de junio de 2014

Flamenco y más allá



No hay límites. Salvo los que uno mismo se ponga. El arte es continua transformación, desarrollo, devenir. Pretender que el flamenco se limite a unos cánones impuestos de expresión, a un cliché o estereotipo, es limitar su futuro y encorsetarlo. Lo realmente complicado es ser creativo, tener la valentía de proponer, y además hacerlo bien. Eso hacen Francisco Contreras Molina “Niño de Elche” y Raúl Cantizano. Este viernes Murcia Flamenca se llenó de vanguardia, riesgo, denuncia y flamenco. Percusiones corporales por Garrotín fueron el comienzo de su propuesta escénica, dando paso a la Cantologuía, en la que Francisco desgranó tercios enlazados de casi todos los estilos flamencos mientras Raúl anunciaba los cantes con carteles rotulados: Malagueña, Soleá por bulerías, Cantiñas, Soleá apolá, Alegrías, Soleá de Alcalá, Farruca, Mariana, Tangos de Málaga, Serrana, Seguiriya, Tientos, Granaína, Garrotín, Taranta, Martinete, Colombiana, Bulerías, Verdiales, volviendo al final de nuevo a la Malagueña; y cambio de tercio. Textos del poeta David Pielfort fueron recitados por Francisco mientras Raúl, con su guitarra preparada acompañaba los ruidos de la voz del Niño, chillidos y sonidos dobles. Sacó Raúl sus ventiladores, pero no para hacer rumbas, sino para hacer vibrar las cuerdas de su guitarra en tonos pactados con la voz flamenca de Francisco. Este largo tema fue evolucionando poco a poco hasta llegar al grito desgarrado de la seguiriya y a un final por saetas en falsete. Todo un ejemplo del partido que se le puede sacar a la voz y la guitarra. Llega el turno de los fandangos tóxicos, del “no parar de tragar” y de “esto no ha hecho más que empezar” en clara relación al desastre ecológico del vertido de las balsas de fosfoyeso ocurrido en Huelva. “Putos maderos” es la Soleá aporrá que a grito de “de la puerta de mi casa me sacaste arrastrando” denuncia la represión policial que sufre la ciudadanía española, con guitarra eléctrica como acompañamiento y gritos desgarradores que casi nos rompe los tímpanos; suavizó algo el podcast de la coda final que sonaba desde su teléfono móvil. El cierre, que no fue tal, por bulerías espetaba “si tienes dinero hay algo rastrero…huye de la religión” se llevó un largo aplauso y obligó al cierre final, ahora sí, con Míenteme, acompañado por él mismo a la guitarra, sumándose Raúl con la eléctrica. Gran ovación final en una Murcia Flamenca entregada al grito de denuncia de Francisco, a la vanguardia del cante, a la guitarra de texturas sonoras, al ruido, al timbre flamenco, al arte, a la libertad.

Guillermo Castro


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