No hay límites. Salvo los que uno mismo se
ponga. El arte es continua transformación, desarrollo, devenir. Pretender que
el flamenco se limite a unos cánones impuestos de expresión, a un cliché o
estereotipo, es limitar su futuro y encorsetarlo. Lo realmente complicado es
ser creativo, tener la valentía de proponer, y además hacerlo bien. Eso hacen Francisco Contreras Molina “Niño de Elche”
y Raúl Cantizano. Este viernes
Murcia Flamenca se llenó de vanguardia, riesgo, denuncia y flamenco.
Percusiones corporales por Garrotín
fueron el comienzo de su propuesta escénica, dando paso a la Cantologuía, en la que Francisco
desgranó tercios enlazados de casi todos los estilos flamencos mientras Raúl
anunciaba los cantes con carteles rotulados: Malagueña, Soleá por bulerías,
Cantiñas, Soleá apolá, Alegrías, Soleá de Alcalá, Farruca, Mariana, Tangos de
Málaga, Serrana, Seguiriya, Tientos, Granaína, Garrotín, Taranta, Martinete,
Colombiana, Bulerías, Verdiales, volviendo al final de nuevo a la Malagueña; y
cambio de tercio. Textos del poeta David Pielfort fueron recitados por
Francisco mientras Raúl, con su guitarra preparada acompañaba los ruidos de la
voz del Niño, chillidos y sonidos dobles. Sacó Raúl sus ventiladores, pero no
para hacer rumbas, sino para hacer vibrar las cuerdas de su guitarra en tonos
pactados con la voz flamenca de Francisco. Este largo tema fue evolucionando
poco a poco hasta llegar al grito desgarrado de la seguiriya y a un final por saetas
en falsete. Todo un ejemplo del partido que se le puede sacar a la voz y la
guitarra. Llega el turno de los fandangos
tóxicos, del “no parar de tragar” y de “esto no ha hecho más que empezar”
en clara relación al desastre ecológico del vertido de las balsas de fosfoyeso
ocurrido en Huelva. “Putos maderos” es la Soleá
aporrá que a grito de “de la puerta de mi casa me sacaste arrastrando” denuncia
la represión policial que sufre la ciudadanía española, con guitarra eléctrica
como acompañamiento y gritos desgarradores que casi nos rompe los tímpanos;
suavizó algo el podcast de la coda final que sonaba desde su teléfono móvil. El
cierre, que no fue tal, por bulerías
espetaba “si tienes dinero hay algo rastrero…huye de la religión” se llevó un
largo aplauso y obligó al cierre final, ahora sí, con Míenteme, acompañado por él mismo a la guitarra, sumándose Raúl con
la eléctrica. Gran ovación final en una Murcia Flamenca entregada al grito de
denuncia de Francisco, a la vanguardia del cante, a la guitarra de texturas
sonoras, al ruido, al timbre flamenco, al arte, a la libertad.
Guillermo Castro
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