Pedro Cintas presentó su último disco Mi libertad el pasado viernes 11 de noviembre en La Puerta Falsa, con un público expectante por ver este joven cantaor extremeño formado desde la ortodoxia del cante, con Antonio Mairena como principal referente. Se intuyen nuevos aires en su nueva andanza artística, de ahí su disco, aunque nos dejó con ganas de escuchar más temas de su último trabajo, sobre todo estilos extremeños como los jaleos, que por estas tierras nadie canta y son de agradecer. Pero los artistas son libres, y nada hay que objetar, porque dio un recital magnífico y su entrega fue total desde el principio. Vino con la guitarra sevillana de Antonio García, repleto de falsetas de un toque clásico, filigranas de la vieja escuela, con un compás magnífico, y una simbiosis con el cante total.
Larga tanda de tientos y tangos para comenzar, con un Cintas que maneja el vibrato de su voz con maestría, templándose a gusto en los altos y bajos del cante. Soleá apolá con matices en la que se acordó de Charamusco; preciosa salida del cante antes de abordar este estilo, toda una piedra de toque para cualquier cantaor que se precie en este palo flamenco. Pedro mira hacia abajo y cierra los ojos para arrancarse desde lo más profundo del su interior y dejar al público impregnado con su primera emoción flamenca. Cambio de tercio con cantiñas y alegrías donde brilló con especial gracia Antonio García en sus pirotécnicas falsetas. No podían faltar los cantes de levante que fueron bordados por la garganta de Pedro, extraordinario ya en la salida, y no digamos en los desarrollos de los complejos tercios que su modulada voz abordó con gran soltura en la taranta y cartagenera que cantó. Pasó a terrenos más profundos aún en las seguiriyas, lo mejor de la noche. Sus quejidos interiores entrecortados se clavaron como puñales en cada tercio cantado, cerrando con una seguiriya de cambio demoledora. Antonio le hizo falsetas y acompañamiento de escuela, para enmarcar. Terminó por bulerías, en pie, con algún que otro cuplé que despistó a más de uno y que nos dejó con las ganas de un bis que no llegó, a pesar de la larga ovación que recibieron los dos artistas.
Qué suerte esta peña, Murcia Flamenca, que trae tanto arte flamenco a esta ciudad con impagable esfuerzo y todavía sin nido propio donde asentarse en condiciones. Una pena. Disfruten de ella mientras puedan.
Guillermo Castro
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