domingo, 7 de marzo de 2021

Jesús Castilla llena de duende Murcia Flamenca

Si Lorca hubiera estado el pasado sábado en Murcia Flamenca habría salido lleno de duende, todo el que nos trajo Jesús Castilla desde la Isla de San Fernando, Cádiz, que fue mucho. Ocurre de vez en cuando que el cante se presenta sin artificios, directo y natural. Y se nota que el público está atento, concentrado en los tercios del cante, en las cadencias, en las subidas de la voz, en el silencio sepulcral que causa la voz de Jesús cuando desgrana esas notas flamencas que causan tanto impacto. Eso pasó ayer. Se lo dice uno que es muy crítico y que suele aburrirse con facilidad sino hay buena madera. Ayer sí, ayer palosanto y ébano en dosis muy generosas para todos; y sal, y gracia, y pena y emoción.


Jesús comenzó templando la voz por alegrías, ese palo tan gaditano que a todos gusta y que nos trajo esos aromas de la bahía de Cádiz que tanto añoramos, pasando a una sensacional malagueña del Mellizo, otro cante gaditano, rematado con la malagueña de la Peñaranda. Por soleá demuestra tener un dominio del compás envidiable. Estira el cante a placer y cierra los tercios elegantemente después de haber hecho sus melismas bien medidos. Sube y baja la tensión del cante y con ello nos emociona, con ese pellizco tan especial que te eriza la piel. La guitarra de Niño Manuel, de altura oiga. En su sitio y meciendo bien el cante por soleá de Jesús. 

Tangos, otro palo gaditano que Jesús domina con perfección y sabiduría nos llevó en volandas a los aires levantinos, con una preciosa minera y levantica, sin exagerar los tercios, como nos gusta a nosotros. Por bulerías, inmenso; largo, muy largo, de lo mejor de la noche, como la guitarra. Cerró el recital por fandangosmuy epatantes, arrancando el largo aplauso final otra tanda de bulerías con las que se despidió del público murciano que ya le está echando de menos. 

Guillermo Castro




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