domingo, 11 de marzo de 2018

Oriente y Occidente se dan la mano

Si os dijera que en Japón gusta el flamenco no sería ninguna novedad. Pero si lo que os cuento es que una joven de 24 años hija de japonesa y sevillano baila flamenco para morirse, eso ya quizás haría poner cara rara a más de uno. Malena Alba Kuirowa se hace llamar, y el pasado viernes se encargó de dejar bien claro que el flamenco corre a raudales por sus venas, con un recital que gustó muchísimo; pura escuela sevillana de baile. Una gozada ver sus braceos, giros, manejo de la bata de cola, palillos, abanico, zapateos, giros… todo lo hace bien esta menuda bailaora que con su punto de exotismo encanta aún más si cabe. Hace además los bailes completos, con sus subidas, escobillas, cierres…, como tiene que ser, no como otros bailaores de postín, más dados al ruido y el aparato del desplante continuo en búsqueda del aplauso fácil. Con Malena da gusto. 
Comenzó el recital el guitarrista Liam, flamenco bueno de importación, mezcla de inglés y francés a lo flamenco, con un precioso toque por granaínas, de una limpieza y  expresividad acorde a lo que este estilo necesita. Baile de tientos-tangos fue el primer regalo de Malena. Las tablas de Murcia flamenca comenzaron a vibrar al son de sus precisos zapateados, sus giros, sus movimientos de caderas en la parte de tangos de Triana, donde sale el elemento negro del flamenco. Tuvo un final arrumbao que ya nos dejó a todos templaos. Ole Malena. 
Cante por soleá en la voz de Edu Hidalgo, largo en estilos, con una seguridad pasmosa en el manejo del compás, que estira a capricho sin perder el norte y sin cortar los tercios del cante. Como debe ser. Rompe la voz cuando quiere, y sube de intensidad con gran dominio en la afinación. Baile por seguiriyas con Malena a los palillos y con bata de cola, al estilo de Pilar López en su construcción y en la posición de brazos, cuerpo y castañuelas. Magnífico el manejo de la bata de cola y el dominio de la escena. Una auténtica delicia, además con el cante de Edu que se dejó literalmente las tripas cantando.

Cante por alegrías, con el deje gaditano de Chano Lobato perceptible en las formas canoras de Edu, nos cambió de tercio para acercarnos a la parte final del espectáculo, en el que Malena salió por guajiras, tras una bonita, moderna y sugerente introducción en la guitarra de Liam, quien preparó el terreno perfectamente para que los aires cubanos soplaran en la dirección adecuada. Malena sacó su abanico, que mueve con elegancia y coquetería, quedándose con el personal, regalando sus giros, taconeos y sonrisa de forma generosa, en un baile que nos supo a caña de azúcar, como todo lo que hizo.
Gran noche la que disfrutamos el pasado viernes, internacional además, ya que contamos con la visita de unos cuantos amigos de Camerún, Guinea, Venezuela, Siria e Irán, aparte de compañeros de la peña de Cartagena y Lorca. ¡No me digan que se la han perdido!, pues no falten la siguiente. 

Guillermo Castro

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